Relatos Dreamers

     Alfred Pennyworth era un espía invaluable, que había consagrado su vida al servicio doméstico. A Bruce le gustaba considerarlo así.
     El amo Dick estaba en la esquina opuesta de la sala de prensa. Cada uno cubría los otros tres ángulos. Alfred estaba seguro de las habilidades detectivescas de su joven amo.
     Sin embargo, algo le decía que no se había dado cuenta aún de ese detalle.
     Le habría encantado compartir sus observaciones con él, pero tenía instrucciones precisas del amo Bruce. Si veía a algún hombre de apariencia peligrosa, debía informar inmediatamente a Dick.
     Si le veía a él, la información sería confidencial y exclusivamente para Bruce Wayne. Le bastaría con una mirada a su señor, sencillamente eso, y él sabría que su hombre estaba allí.
     Rasgos memorables. Esa es la clave. Localizar a personas con rasgos fácilmente recordables, y analizar cuánto de real hay en esos rasgos. Porque en demasiadas ocasiones un rasgo memorable es un elemento para distraer la atención de todos los demás.
     A decir verdad, debía reconocerle el mérito a aquel hombre. El único rasgo memorable que realmente tenía era un asombroso parecido físico con James Gordon. Pero una vez apartado eso, era fácil encontrar incoherencias en su cara.
     Un disfraz casi perfecto. El amo Bruce tenía bastante que aprender de ese hombre. Y para qué engañarse, él mismo podría aprender un par de lecciones.

(El ladrón es mío, su disfraz es... bueno, vale, es suyo, pero como el ladrón es mío EL DISFRAZ TAMBIÉN. Seguro que si al final hacemos balance tengo que cobrar más derechos de autor de los que tendría que pagar)

(o no, más bien no)